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CONTEXTOS/Un mundo sin jóvenes

Por Teófilo Benítez Granados, Rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas (CESCIJUC)

La caída de las tasas de fertilidad impulsa a las principales economías hacia el colapso demográfico en este siglo. Dos tercios de la humanidad viven en países con una tasa de fecundidad inferior a la tasa de reemplazo de 2,1 hijos por familia. Para el año 2100, la población de algunas de las principales economías disminuirá entre 20 y 50 por ciento, según las proyecciones de la ONU.

Las estructuras de edad se invierten a medida que crece el número de personas mayores y se reduce el número de jóvenes. La primera ola de este cambio demográfico aparece ya en las economías avanzadas y en China, donde la proporción de personas en edad de trabajar caerá al 59 por ciento en 2050, desde el 67 por ciento actual. Lo mismo ocurrirá en otros países dentro de una o dos generaciones más.

Así, los consumidores y trabajadores serán mayores en las economías desarrolladas y emergentes. Las personas mayores representarán una cuarta parte del consumo mundial en 2050, el doble que en 1997. Los países en desarrollo aportarán una proporción cada vez mayor de la oferta mundial de mano de obra y del consumo, lo que hará que su productividad y prosperidad sean vitales para el crecimiento mundial.

En los países de la primera ola de las economías avanzadas y China, el crecimiento del PIB per cápita podría desacelerarse 0,4 % anual en promedio entre 2023 y 2050, y ascender a 0,8 % en algunos países, a menos que el crecimiento de la productividad aumente de dos a cuatro veces o que las personas trabajen de una a cinco horas más por semana.

Es posible que los sistemas de jubilación necesiten canalizar hasta el 50 por ciento de los ingresos laborales para financiar un aumento de 1,5 veces en la brecha entre el consumo agregado y los ingresos de las personas mayores.

Si no se toman medidas, los jóvenes heredarán un menor crecimiento económico y asumirán el costo de más jubilados, mientras que el flujo tradicional de riqueza entre generaciones se erosiona. Las prácticas laborales de larga data y el contrato social deben cambiar. Y lo que es más importante, los países tendrán que aumentar las tasas de fertilidad para evitar la despoblación, un cambio social sin precedentes en la historia moderna.

Las familias de todo el mundo tienen cada vez menos hijos. En gran parte del mundo, las tasas de fecundidad descienden por debajo de la tasa de reemplazo necesario para mantener una población estable.

Ahora, a pesar de la creciente longevidad, algunos países ya comienzan a ver una disminución de la población. La tasa de fecundidad baja alarmantemente en los países desarrollados. Es una tendencia que siguen de cerca las economías en vías de desarrollo.

Estamos por testificar un mundo con muy pocos jóvenes. Y en las matriculas universitarias vemos un regreso a las aulas de los mayores.

 

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